Oscureció, y para mi desgracia no logré armar mi tienda a tiempo; seguía con la misma ropa mojada, hambrienta y con el dolor profundo de haber quedado sin celular.
Resignada lancé las varas de soporte de la tienda y me senté sobre un tronco viejo.
─ ¿Te ayudo? ─se ofreció Laura.
─Gracias Lau, pero no, quiero hacerlo sola.
─Llevas una hora intentando armar eso y haz podido.
─Ya podré ─froté mis manos para pescar algo de calor.
─Eres terca y obstinada ─dijo ella y me lanzó una toalla ─. Vamos, sécate, con esa ropa empapada te puedes resfriar.
─Gracias.
─ ¿Quieres chocolate caliente?
─No te tomes demasiadas molestias Lau, estoy bien.
No, la verdad es que estoy muerta de frío, hambre y cansancio.
─De acuerdo, estaré en mi tienda por si me necesitas.
Una vez acabé de secarme busqué el saco inflable donde pensaba dormir.
─ ¿A la intemperie? ─lo oí.
Al girarme encontré a John cruzado de brazos reparando el reguero que yo había armado.
─ ¿Disculpa?
─Que si piensas dormir a la intemperie.
─Sí