Capítulo 50. Cambios sutiles
Johan observaba a Eva desde el otro extremo de la cafetería donde se habían citado. Había algo hipnótico en la manera en que fruncía el ceño cuando leía un documento, en la rapidez con que conectaba cabos sueltos, en su voz decidida cuando hablaba sobre Leiah. A veces se sorprendía mirándola demasiado tiempo, como si su mente no pudiera procesar que la admiración profesional se había deslizado, casi sin darse cuenta, hacia una atracción más profunda. Intelectual, sin duda. Física también. Aunque Eva parecía no notarlo.
—Tenemos que seguir investigando los movimientos de Silvia —dijo ella, sin levantar la vista del portapapeles—. Ese hombre... su amante, el del taller... hay algo más que no encaja.
Johan asintió, conteniéndose de mirarla como realmente quería. Esa mezcla de determinación y sensibilidad lo desarmaba. Quería decirle cuánto admiraba su compromiso, cuánto disfrutaba cada conversación que tenían, incluso en medio del caos. Pero se mordía las palabras. Eva estaba demasiado e