Capitulo 66.
El teléfono temblaba en las manos de Leiah. Llevaba horas dando vueltas en su habitación, incapaz de encontrar calma. El recuerdo de Darren había regresado con una fuerza devastadora, como si toda la ausencia no hubiera hecho más que madurar un sentimiento que nunca se apagó.
Las palabras de él, los gestos, incluso la forma en que la había mirado en ese reencuentro, le estaban pesando como una cadena en el pecho.
Finalmente, pulsó el nombre de Eva en la pantalla.
—¿Leiah? —contestó su amiga al primer timbrazo, con una calidez que le recorrió el alma.– Te estuve buscando ayer por la noche en el hotel.
No pudo contenerse. Apenas escuchó su voz, Leiah estalló en lágrimas. Se cubrió el rostro con la mano libre, ahogando un sollozo que terminó por escapar en un gemido.
—Eva… no puedo más —murmuró entrecortada, como si las palabras fueran piedras que le desgarraban la garganta.
—Tranquila, mi niña, estoy aquí —respondió Eva, suavizando el tono, como una madre que envuelve a su hija herida—.