Cam parte Vlll.
El verano siguiente trajo consigo el regreso de Víctor, pero no la misma calma de años anteriores. Lo vi entrar a la taberna con el ceño fruncido, la capa cubierta de polvo del camino y un aire tan sombrío que me obligó a dejar lo que estaba haciendo.
—¿Qué pasó? —pregunté en cuanto se sentó frente a mí.
Me miró, meditando las palabras, y finalmente habló con voz grave:
—El príncipe del Este… ha mostrado excesiva atención a la princesa.
Sentí un nudo formarse en mi garganta.
—¿Qué quieres decir con “excesiva”?
Víctor bajó la mirada, como si decirlo en voz alta fuera más difícil de lo que parecía.
—Ha cenado junto a ella. Múltiples noches. Se rumorea que está listo para pedir un emparejamiento formal.
Tragué saliva, intentando no dejar que mi expresión me delatara.
—¿Y ella… acepta sus intenciones?
Sus ojos se alzaron hacia mí, fríos y serios.
—No creo que quieras la respuesta de eso, príncipe.
El silencio que siguió fue más pesado que cualquier palabra.
Inhal