Cam parte VII.
Ese breve instante no fue suficiente.
Al día siguiente fui a la taberna del pueblo, a las afueras del castillo y conseguí la pieza de información que necesitaba.
Un par de tragos y unas monedas hicieron que un mercader bastante locuaz me contara lo que estaba ocurriendo dentro de los muros.
—Hombres, eso es lo que buscan en el castillo —me dijo con una sonrisa burlona—. Tengo entendido que fue tan grande la rabia de la princesa al ver hembras allí que se negó a salir de su habitación por semanas. La princesa no quiere a ninguna hembra cerca. Ni doncellas, ni sirvientas, ni nada. Solo guardias y ayudantes masculinos. El administrador del castillo se ha visto rebasado porque nadie quiere trabajar como doncella o sirvienta "masculina", así que se han puesto creativos y han comenzado a rolar los pocos sirvientes que hay entre hacer que el jardín luzca presentable hasta lavar las cortinas. Solo los machos desesperados por el orus se quedan más de unos pocos meses.
Me recosté contr