Desde dentro del coche, Livia solo podía observar a la multitud desde la distancia.
Intentó contarlos uno por uno.
—Nueve… incluyendo a Damian —murmuró para sí misma.
‘¿Quiénes serán? ¿Amigos de la infancia de Damian?
Ay, qué tierno.’
Solo imaginarlo ya le sacaba una sonrisa.
Reconocía a dos de ellos: Noah y el Dr. Harris. El resto le eran desconocidos.
—¡Kylie! —tiró de la manga de su asistente.
—¿Sí, señorita? —Kylie se inclinó un poco para quedar a la altura de la ventanilla.
—¿Los conoces? Veo a Noah y al Dr. Harris… y espera—¡un momento! ¿No es ese el Ministro de nuestro país?
Livia asomó la cabeza por la ventanilla para asegurarse.
El hombre estaba justo frente a Damian. Alcanzó a mirar hacia su coche,
—pero antes de que Livia pudiera verle bien el rostro, Damian giró la cabeza con rapidez.
El hombre soltó una carcajada y le dio una palmada en el hombro.
—Parece que sí, señorita —confirmó Kylie, entrecerrando los ojos para distinguir mejor a los demás.
‘Vaya… los amigos del seño