Jenny intentó disimular su sorpresa y vergüenza con un puchero, haciendo berrinche como una niña mimada. Livia no pudo evitar sonreír ante las ocurrencias de su cuñada.
—¿Por qué no dijiste que venías a verme? Podríamos haber regresado juntas. Así no habrías tenido problemas en la entrada —canturreó Jenny, entrando como si fuera la estrella del reencuentro. Luego, con una sonrisa comprensiva, añadió—: Perdón, a veces pueden ser un poco… intensos.
—Jajaja, no pasa nada. Solo están haciendo su trabajo —respondió David, aunque admitió que había temido que no lo dejaran pasar.
—Además —añadió—, hoy ni siquiera coincidimos en la oficina. Ni en el almuerzo... Jenny estaba ocupada comiendo con sus amigas.
«Porque quería evitarte poco a poco. Snif. Quitarle el hombre a otra mujer es lo más despreciable que una mujer puede hacer. Ugh, las sabias palabras de Sophia siguen resonando en mi cabeza…» pensó Jenny, molesta consigo misma.
—Bueno, el caso es que ya se encontraron —intervino Livia rápid