Durante horas estuvieron entrando y saliendo de tiendas, mientras David revisaba cuidadosamente la lista y tachaba los artículos uno por uno.
—Tomemos algo. Estoy agotada —dijo Livia, inclinándose para masajearse las piernas.
Preparar una boda resultó no ser ni la mitad de fácil de lo que había imaginado. En la suya, ni siquiera había preparado nada por sí misma... salvo su determinación y el esfuerzo por contener las lágrimas. Todo se lo habían organizado, así que casi nunca había tenido que ir de compras.
Ugh, definitivamente ya no tengo la energía de antes. Solía pasarme horas comprando o curioseando sin cansarme.
Se dirigieron al patio de comidas del centro comercial, donde el delicioso aroma de la comida llenaba el aire. Al pasar frente a las filas de puestos, los olores se mezclaban y tentaban a todos los transeúntes.
—¿Hermana, hablas en serio? —preguntó David, sosteniendo varias bolsas de plástico llenas de comida. Eran tantas que Kylie tuvo que ayudar a cargarlas, mientras Li