Lo que nadie esperaba fue que, a partir de ese momento, Vittorio Morelli le entregó las riendas del Grupo Morelli a Paolo y se dedicó en cuerpo y alma a cuidar de su esposa.
Serena falleció un año después, al no haber tratamiento posible. Desde la muerte de su esposa, Vittorio se aisló del mundo, recluyéndose en su casa sin ver a nadie. Medio año más tarde, murió consumido por la tristeza.
En aquel entonces, Paolo acababa de regresar de Francia tras graduarse y se hizo cargo del negocio familiar, sometiéndose a un entrenamiento infernal como sucesor del grupo. Angelo, por su parte, pasaba casi todos los días en el hospital debido a la lesión en su pierna.
Ambos hermanos estaban demasiado ocupados como para prestarle atención a su padre, quien apenas lidiaba con el duelo. Lo único que recordaban era que Gabriella Fabri lo visitaba con frecuencia, a veces quedándose tardes enteras en la casa.
Pero Paolo recordaba con claridad que, cada vez que Gabriella se iba, la mirada de su padre se