Capítulo 5; Sinceridad Fraternal.

Se había quedado pensando en la conversación que tuvo con sus padres, había sido algo. . . vergonzosa, pero no había logrado ayudarla mucho, de hecho, estaba preocupada. 

¿Qué estaría pensando Hassan?

¿Pensaría que era una princesa descarada?

¿Cambiaría su opinión sobre ella?

Hassan era muy recatado, noble y de principios firmes, esperaba realmente no haber arruinado su imagen frente a él.

Se negó a salir de sus habitaciones, así que le habían enviado la cena para que pudiese disfrutar de su comida en la intimidad de su propio espacio. Luego abrió los amplios ventanales de su habitación y salió al balcón, aspiró con fuerza para llenar sus pulmones de aire puro. La noche había caído, cubriendo así el inmenso desierto con su oscura sombra.

—¡Oh Alá!— dijo en un susurro mientras elevaba sus ojos al oscuro cielo y luego los cerraba. No entendía el porqué de su turbación, la vergüenza inicial ya había pasado, ahora no entendía la extraña sensación alojada en su pecho.

—Hace frío acá afuera— escuchó aquella sensual voz— ¿buscas que Alá te de alguna respuesta?

—¡Me has asustado, Jamal!— gimió girándose hacia su hermano, mientras lo miraba con ojos enormes— No te escuché llegar, me has dado un susto de muerte.

—No es la impresión que suelo causar— dijo y la envolvió en un tierno abrazo— ¿Qué te sucede, Isa?

—Ni yo misma lo sé, Jamal— se refugió en ese fuerte pecho —¿Te ha hecho algo el doctor?— preguntó ceñudo. Ella suspiró y le contó lo ocurrido—¿Es eso lo que te atormenta?, ¿Un beso?

—Al principio sí, creo que me molestaba haber sido yo quien lo besara— se alejó y lo observó fijamente— los hombres son los que deben dar ese paso. No una. 

—El mundo va cambiando Isa, evolucionando, ahora las mujeres tienen un poco de libertad. No tienes que avergonzarte, si te gusta. . .

—Sí, me gusta. . . pero también me gusta. . .

— guardó silencio de golpe y miro a su hermano con ojos enormes— olvídalo, Jamal. 

—Por supuesto que no lo olvidaré, realmente ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué chico se ha robado tu corazón?

—No tanto como mi corazón, pero no puedo dejar de pensar en él y eso. . . Me enoja, me enoja porque sé que no es un hombre que me convenga.

 —¿Y el doctor, si?

—Hassan es todo lo que cualquier mujer quisiera tener; guapo, inteligente, estudiado, colaborador, me quiere, todas esas cosas hermosas que dijo de mi pero, yo. . .

—No lo quieres, o al menos no tanto como al otro— Nael, acarició con dulzura la mejilla de su pequeña hermana. 

—El otro. . . No me conviene, él es; mujeriego, engreído, odioso. . . hermoso, con una boca y. . .

—¡Isabdiella, pequeña Isabdiella!— dijo el Rey riendo.

—No te burles, no seas idiota— le dijo enojada. 

—Es que, estás enamorada de ese otro, aunque aseguras que no te conviene.

—No importa porque igual me voy a olvidar de él.

—No creo que ningún hombre haya perdido tanto el juicio como para lastimar a una de mis princesas, y menos, a mi propia hermana— aseguró— sería un idiota. Si tanto lo quieres, podemos solucionarlo, le enfrentaré, conversaré con él y seguramente terminaremos en un solido matrimonio.

—¡No se te ocurra, Nael Jamal!— lo amenazó. 

—¿Cuál es el problema?, seguramente estará loco de amor por ti. Soy su Soberano y. . .

—No es Norusakistan— declaró firme.

—¿Intentas decirme que te has enamorado de un foráneo?— preguntó con ojos empequeñecidos.

 —Aclararé dos cosas; no estoy enamorada de él — aseguró y su hermano hizo en gesto asegurando que no le creía, pero ella lo ignoró— la segunda, ¿Qué tiene de mano que sea extranjero?, Norusakistan siempre. . .

—No te equivoques, Isa— le interrumpió— Siempre hemos recibido con brazos abiertos a los extranjeros, los hechos lo confirman; Madre, Tía, Vanessa. . . no me importaría que fuese extranjero, a lo que me refiero es que extrañamente pones un pie fuera de la Nación, a menos claro de que las sospechas que hemos tenido, nuestros padres y yo, sean ciertas, además del motivo de que la actual Reina, evite ese tema conmigo.

—No sé a que te refieres— dijo confundida— no tengo ni idea de lo que hablas, Jamal.

 —Hablo, de que es Drew, es él— afirmó e Isabdiella sintió que dejaba de respirar. 

—Eso no tiene importancia— aseguró ella, el Soberano la tomó de ambas manos y la miró directamente a los hermosos ojos, tan diferentes a los propios. 

—Si tu lo quieres, obviamente tiene importancia. Isa, no mentiré Drew, es. . . diferente, libre, atrevido, y como tu misma lo has dicho, algo. . . mujeriego, no sé si sea el adecuado para entregarle tu corazón, pero sin importar la decisión que tomes yo estaré para apoyarte, no quiero que salgas lastimada, no soportaría verte sufrir, Isa— la miró con tanta ternura— Estás en la lista de las mujeres que más amo.

—No soy una niña a la que deban proteger, Jamal. Soy fuerte, más de lo que muchos creen. Puedo con esto y con cualquier cosa que me proponga. 

—Lo sé, confío en ti— le dijo acariciando su cabello y luego depositó un beso en su frente, rogando que los sentimientos de su hermana cambiaran, según sabía su cuñado estaba acostumbrado a disfrutar de la compañía femenina, pero era incapaz de involucrarse emocionalmente. 

Nael, se marchó minutos después, Ella contempló el desierto una vez más antes de cerrar los ventanales y dirigirse a la ducha, tomó un rápido baño, se enfundó en su bata de seda roja que usaba para dormir y se metió a la cama. Veinte minutos después cuando comenzaba a conciliar el sueño llamaron a la puerta.

—¿Sí?— preguntó ella adormilada. La puerta de abrió y como una tormenta de arena entraron sus primas. Zahiry, casi arrastraba del brazo a Zashirah. 

—Hemos venido a dormir contigo— aseguró Zahiry.

—Todos nos hemos preocupado por ti— le dijo dulcemente, Zashirah.

—De verdad, no hace falta que todos se angustien tanto. Estoy bien.

—De igual manera dormiremos contigo— pronto Isabdiella se vio en medio de las gemelas.

—De acuerdo, de acuerdo— dijo dándose por vencida y acostándose nuevamente, sus primas la abrazaron— las quiero.

—Y nosotras a ti— aseguró Zashirah.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo