Capítulo 4; Vergüenza Real.

Qué agradable calor y protección sentía en los brazos de Hassan, su sola presencia la reconfortaba, la hacia sentir protegida y quería. 

¿No era eso suficiente para amar a alguien?

Debería serlo, debería ser suficiente sentirse de aquella manera, debería ser un requisito para el amor, o quizás no un requisito, sino lo único, pero sabía que no era cierto, el amor pedía más. 

Los brazos de Hassan eran fuertes, firmes, cálidos y la hacían sentir segura. Un sentimiento de vulnerabilidad la embargó, estaba acostumbrada a ser fuerte pero, aquel día de sentía especialmente sensible. Se alejó un poco y observó fijamente los oscuros y hermosos ojos de Hassan. Él era hermoso, con esa característica hermosura de los hombres Norusakistanes. Su mirada le trasmitía paz, sosiego y una adoración infinita. Él la amaba e Isabdiella no lo dudaba, aunque él nunca se hubiese atrevido a besar sus labios, aunque no le hubiese hecho una declaración formal, sabía que la quería, para ella era tan claro como su mismo amor por el pueblo, sabía que él se limitaba a acercarse, por el profundo respeto que sentía hacía ella, y porque además de eso, era su princesa, y sin importar la amistad tan profunda que los unirse, debía respetar los límites. Rozó la masculina nariz con la suya en un gesto tierno que al doctor le arrancó un suspiro. Isabdiella, acarició ligeramente aquellos gruesos labios, no sabía de dónde nacía ese impulso de probar su boca, pero se estaba dejando arrastrar de sus emociones, sin pensarlo.

—Eres muy bueno, Hassan— dijo contra su boca. 

— Y tú, muy adorable— le respondió compartiendo el mismo aire.—Voy a besarte— le advirtió ella, dándole la oportunidad de retirarse si lo quería. 

—Nada me haría más feliz— respondió él, al tiempo que la dulce boca femenina oprimía la suya. ¡Bendito sea Alá!  Ella lo estaba besando. . .¡Bendito sea Alá!, estaba cumpliendo su más dulce sueño en una realidad. Isabdiella se aferró a aquel cuello y se entregó absolutamente a ese beso, en busca de afecto. Sí, todos la querían pero, ella necesitaba sentirse amada por alguien que no fuese de la familia, amada profundamente por un hombre que no fuese su padre, su hermano o su tío. Lo besó, lo besó como si se le fuese la vida en ello, primero con ternura bien correspondida, con una delicadeza única, pero el beso fue cambiando, su intensidad evolucionando, el beso se había vuelto hambriento, desesperado, vehemente, tanto Isabdiella como Hassan, sentían que les faltaba oxígeno pero, no querían arruinar el momento. Con sus cuerpos completamente pegado al del otro. 

Fue cuando sucedió lo impensable. 

La imagen de uno de sus besos con Drew, llegó a su mente, golpeándola con fuerza, y su firme mirada taladrando sus recuerdos. Rompió el beso bruscamente y se alejó de Hassan.

—Cariño. . . Isabdiella —Hassan, la miraba sorprendido por aquella reacción. Estaba agitada, los labios hinchados de tanto besar y una delicada mano temblaba sobre ellos, sus ojos abiertos como si hubiese visto un fantasma en el desierto y lo mirada sin siquiera pestañar. 

—Yo. . .lo siento. . .

—Nada de eso, no lo lamento y no quiero que tu lo hagas— le sonrió con dulzura— es lo mejor que me ha sucedido en mucho, mucho tiempo. 

—Debo irme. . .

—No. Debemos hablar, por favor— la miró con súplica brillando en sus ojos.

 —¡Oh, por Alá, estoy tan avergonzada!— gimió horrorizada.

—Isabdiella. . . — pero ella no escuchó, dio media vuelta y salió huyendo. 

Hassan suspiró pesadamente, no la seguiría, sabía que necesitaba tiempo y seguirla la confundiría más, el rubor que cubría su rostro debía deberse al hecho de haber sido ella quien comenzara aquel ardiente beso. Tomó asiento y suspiró nuevamente mientras sonreía y cerraba los ojos para revivir aquel momento.

Después de todo, no le era indiferente a Isabdiella. 

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Sus cansados ojos estaban fijos en la pantalla del computador, mientras que sus ágiles dedos viajaban desesperados sobre el teclado. Llamaron a la puerta y concedió el permiso, pero en ningún momento se giró a ver a su visitante.

—Deme un minuto— dijo y apresuró más sus manos. Colocó el punto final y suspiró. Sus hermosos ojos se posaron sobre su padre— No imaginé que fueses tú— masajeó sus sienes con cansancio. 

— Te ves exhausto, hijo mío— respondió Matt mientras tomaba asiento.

—Lo estoy. Me siento sumamente agotado, pero el proyecto está listo, acabo de poner el punto final, debes revisarlo para que me des tu opinión— reposó su espalda sobre el espaldar de la silla y suspiró estrujando sus ojos.

—Envíalo a mi correo, Drew. Esta misma tarde lo revisaré, muchas gracias por tu esfuerzo— le sonrió orgulloso, se sentía satisfecho de que al fin su hijo se sintiera comprometido con la empresa que sería su herencia. 

—Cumplo con mi parte del trabajo.

—Y lo haces muy bien— le dijo con una enorme sonrisa— Has madurado mucho, hijo. Estoy orgulloso de ti, Drew— él lo miró fijamente y sonrió, eran las palabras que siempre había querido escuchar de él. 

 —Gracias, Padre. Creo que me gané unas vacaciones— dijo burlón y comenzó a reír.

—De hecho, sí — Drew , lo miró frunciendo el entrecejo. 

—¿Me estas echando?— preguntó burlonamente.

 — Por supuesto que no, hijo— sonrió — Pero estos meses has trabajado sin descanso, no has tomado día libre y estás agotado, hasta comienzo a notar que traes ojeras. 

—Es sólo cansancio.

— Como sea, por ello mismo es que debes descansar. Toma unas vacaciones, descansa, viaja. . .

—Pensándolo bien, no me iría mal visitar a Vane, la extraño demasiado. Me gustaría verla. 《Y también a Isabdiella》

—Entonces, ve con tu hermana y descansa un par de semanas, te iría bien.

—La que no va a estar nada feliz es mamá — dijo.

—Suseth debe entender que sus hijos ya crecieron, no siempre se quedarían en el nido. 

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— Nos has dejado preocupados— dijo su madre cuando entraron a la habitación.—¿Qué le ocurre a mi princesa?—los ojos de Zabdiel reflejaban auténtica preocupación.

— No es nada— les sonrió con ternura.   

— Has llegado y te has encerrado en tu habitación— Isabella, le acarició el cabello y Zabdiel se sentó a su lado en la amplia cama.

—No has hablado con nadie— dijo él — Y te negaste a recibir a Zashirah, ¿Qué ocurre, mi amor?— le tomó de la mano y miró a su pequeña hija a los ojos. 

—Yo. . . No es nada grave— dijo conteniendo un sollozo ¿Cómo podría explicarle a sus padres que estaba avergonzada por haber besado sin pudor a Hassan, pero que había sido ella quien inició el beso. . . O mucho peor, que no podía borrar a Drew de su cabeza. 

—¿El doctor. . . Te ha hecho algo?— los ojos de su madre reflejaban auténtica angustia.

—Si es así, debes decirnos— dijo Zabdiel, contrayendo la mandíbula — si se atrevió a lastimarte, haré que los animales del desierto se coman su carne— sus ojos se oscurecieron con violencia contenida. 

—No Papito, no es nada de eso — la princesa aspiró profundo — papá. . . mamá, no ocurre nada, me encerré para ocultar mi pena. 

— ¿Pena? — Isabella, frunció el entrecejo. —¿De qué hablas, tesoro?— preguntó su padre. 

—Es una tontería. . . ustedes saben que Hassan está interesado en mí — ambos padres asintieron —aunque no se ha animado a nada, creo que por vergüenza a que lo rechace, se comporta como todo un caballero. . .

— Como debe ser— aseguró Zabdiel— No eres solo una Norusakistana, eres mi hija, una Princesa, entiende que debe ir con cuidado, y eso hace que se gane mi respeto. 

—El caso es que estábamos en el consultorio — bajó la mirada avergonzada a sus manos que se revolvían inquietas —  Yo le he preguntado lo que pensaba de mi, no como princesa, sino. . . como mujer, todos hablan de lo buena princesa que soy, pero yo quería saber cómo me veía más allá, y. . . y. . . él ha dicho cosas tan hermosas— su voz se quebró— me tiene en un concepto tan sublime que. . . Yo me sentí sumamente conmovida.

— Eso es hermoso, cariño— su madre la abrazó con ternura y su padre acarició su mejilla obligándole a mirarlo.

—Eso no tiene nada de malo, tesoro mío— aseguró, Zabdiel. 

— Es que. . . Me sentí tan conmovida que. . .Hassan, nunca se ha atrevido a besarme y yo, sin pensarlo me arrojé contra él y lo besé, fue un beso. . . un gran beso, pero — Isabella sonrió con ternura y Zabdiel frunció el entrecejo — ahora estoy avergonzada porque fui yo quien lo inició y no se cómo podré mirarlo a la cara. —se cubrió el rostro con vergüenza— ¡Imagínense lo que puede estar pensando de mi!

—No creo que este pensando nada malo, tesoro— dijo Isabella dulcemente— esas cosas suelen suceder. No siempre tiene que ser el hombre quien de el primer paso.

—Debería ser así, pero no es una regla, lo más hermoso es lo que sucede espontáneo — Zabdiel  comprendió que su pequeña princesa ya había crecido, ya no era la niñita que corría por Palacio, ahora era una mujer— ten paz mi tesoro, todo estará bien, mi amor. Hassan, no debe estar pensando nada malo de ti, sólo que correspondes a sus sentimientos. — Isabdiella, lo miró con ojos enormes. Obvio no diría lo de Drew, no sabía como se lo tomarían sus padres. Pero realmente le preocupaba que Hassan pensará que estaba enamorada de él.

—Pero, Padre. . .Yo no sé si le correspondo. . .  Yo. . . sólo lo besé por el impulso del momento, por todo lo que dijo de mi, eso me hizo sentir especial.

—¡Eres especial!— aseguró su padre.

 —Entiendo que así se dieron las cosas Ella, pero debes comprender que puedes haber confundido al doctor. Él te quiere y seguramente ahora estará pensando que tú también, y el hecho de que no sepas lo que sientes representa un grave problema.

—Lo sé — gimió. 

—Se hará ilusiones— aseguró su madre— así que antes de volver a hacer algo, debes definir tus sentimientos.—Quería pensar en Hassan, pero entonces era Drew quien venía a su mente. . . Sus ojos, sus besos, sus atrevidas caricias. Quiso gemir de frustración, necesitaba sacarlo de su cabeza. 

—Sin importar lo que decidas estaremos para apoyarte—dijo Zabdiel, tomando la entres sus brazos y estrechándola con fuerza— y si lo que deseas es casarte con el doctor, estaré muy feliz de entregarle tu mano.

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