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El rubio maneja un bugatti que ni sabía que tenía, el día está soldado por completo y el cielo está más azul que otros días. Un clásico de rock de los 60’s suena a todo volumen dentro del coche. Cantamos a todo pulmón hasta la salida de la ciudad.
La brisa pega con fuerza, hemos pasado montañas y varios bosques antes de llegar al lago. Teníamos tanto tiempo que la familia Smirnov no venía a la cabaña que papá compró cuando apenas éramos unos críos. Izan abre la boca al ver la propiedad; sin duda alguna es la mejor dentro de la zona.
—Esta casa es tan grande como el ego de tu padre—le pego en la cabeza al escucharlo decir aquello.
—Papá tiene una residencia en Rusia cinco veces más grande que está y no Izan, nada podría igual el gran ego que tiene mi padre. Ya sabes… Es único en su especie—Mia tiene las mejillas sonrojadas. Es tan adorable. Akim no se le despega ni por un solo segundo, si sigue así va terminar asfixiándola. Izan saca su móvil y nos tomamos varias fotografías. Necesi