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El italiano maneja a toda velocidad hasta el bar de mala muerte de la familia Toshiba. La entrada es espantosa; un grupo de mujeres en bikini nos recibe. Hay dos guardas enormes que nos miran como si fuéramos bichos raros.
La entrada hasta el lugar es estrella, hay luces de neón que me hacen ver todo en una tonalidad azul. Hay desde empresarios hasta estudiantes de universidad aquí, esperando que alguna de estas mujeres les de un poco de placer. Una chica rubia casi de mi edad, baila sobre la mesa de un hombre acaudalado, este deja un fajo de billetes en su miembro, pero ella en vez de ofenderse por lo humillativo que es eso, sonríe arrastrándose hasta sus piernas. Izan gira mi rostro para que no siga viéndole o me podría ganar un problema con ella.
Hay un par de gemelas metidas dentro de una jaula enorme que se cuelga en el techo, ellas bailan al son de la música completamente desnudas. Otro grupo baila en la tarima y una que otra sobre el tubo de pool dance.
—Solo será un segundo