Kenneth.Sostengo a Lauren en mis brazos en el sillón de la sala de televisión mientras vemos cómo las enfermeras se llevan a los pacientes a terapia. La señora Laura no me ha quitado la mirada de encima, y también he podido ver su nostalgia por el estado de Lauren, aunque mi chica se haga la fuerte.En cuanto perdemos a Laura de vista, Lauren se aferra más a mi pecho. Entonces sé que, con el descubrimiento en la libreta de su madre, tengo que decirle la verdad.—Cariño, mírame —le pido, y ella obedece, con esos ojos tristes. Entonces acaricio sus mejillas rosadas para confesarle: —Yo… Hace cuatro años no fui a la mansión para cuidar al abuelo… Estaba buscando una excusa para huir de Dakota y mi madre me pidió que fuera a Miami porque ella… desconfiaba de ti. Y me duele tener que decir esto, pero creo que Ellie me envió realmente porque sabía que eras hija de William, y tal vez él… Quisiera darte una parte de su herencia.Ella me mira, expectante, y entonces le cuento lo de las accione
Lauren.Mientras veo a Kenneth con su cuerpo exquisito aun con ropa mirándome de esa forma, mi excitación aumenta, por lo que aprieto un poco mis piernas, friccionándolas.No puedo evitar pensar en que podría hacer cualquier cosa que él me pidiera; que podría dar mi vida por él de ser necesario.Su cuerpo se hunde en la cama, y cuando pienso que va a comenzar a quitarse la ropa, me pide que me ponga de rodillas. Es extraño que me pida esto, porque sé que le gusta verme siempre que hacemos el amor, pero obedezco.Su mano choca sin mucha fuerza en mi nalga y me erizo como una necesitada. Me avergüenza que mi intimidad esté palpitando y esté tan caliente con solo unos segundos en esta posición.—Ken… —gimo suave cuando su mano grande recorre mi espalda hasta llegar de nuevo a mi otra nalga y volver a palmear. No sé qué hace pero me gusta así que gimo.Lo escucho reír, pero es una risa ronca.—¿Te gusta, preciosa?—Sí… —Pero río, nerviosa.—Mírame —ordena, y me encanta escuchar su tono dem
Lauren.La amenaza de Christian hace que mi corazón dé un vuelco, mientras me erizo de miedo. Lo veo partir en su camioneta y la agitación crece en mi interior. De ninguna manera dejaré que le haga daño a mi hombre.El piloto se acerca a mí para cuestionar si estoy bien, y aunque tiemblo de miedo e impotencia combinada, asiento.—Necesito que hagas algo por mí, pero por favor, no le digas nada a Kenneth —le pido al hombre, el cual duda, pero luego asiente.Le pido al piloto que me lleve a Miami. Y me comunico con Boris. Lo primero que me dice es que se enteró de que rompí con Christian por Kenneth y que ahora el pelinegro anda deshaciendo todas las relaciones con los Sinclair como un niño malcriado. Le digo a Boris que todo tiene una explicación, pero que necesito un favor. Y es que sea mi apoyo para llegar a Sebastian, tomando en cuenta que si llego sola a donde está, los padres de Christian no me dejarán verlo.Y sí, sé que está todavía recuperándose de su operación, pero sé que si
Lauren.Soy producto de un amor prohibido. Un amor que incluso ha destruido los fuertes muros de una enfermedad incurable como el Alzheimer.—No tiene caso que sigas peleando por esto, Ellie —dice Will, afectado, y me da mucho más sentimiento cuando él camina hasta la línea que me apoya, dejándola a ella sola—. Todos vamos a cederle a Lauren lo que le corresponde, porque mi padre así lo quiso.Con ello, el cuerpo de Ellie casi se derrumba. Lo veo en sus ojos, cómo piensa que todo por lo que ha trabajado se va a manos de alguien que no se lo ha ganado, entiendo que ese es su punto, así que trago hondo, tomando una decisión.—No, Will… No voy a aceptar nada de esa herencia. Soy una recién llegada, y ustedes han trabajado muy duro por este legado. Yo estoy bien con ser parte de ustedes, y solo saber… Que conocí a mi padre… Y tengo un… hermano…No puedo evitar soltar el sollozo cuando Will me abraza, como jamás lo hemos hecho, mientras puedo ver el rostro desconcertado de Ellie.Como si ju
Lauren Mitchell.Una vida tranquila, un empleo con buena paga, apoyar a mi madre, ahorrar para pagar mi carrera universitaria… Eso era todo lo que deseaba; pero hay cosas en la vida que pasan sin planearlas.Como un fuerte huracán que arrasa con la más estable de las estructuras, así era él para mí. Destruyendo cada línea que jamás le hubiese permitido si quiera ver a otros hombres; pisando mis terrenos sombríos, y apropiándose de ellos, para plantar fuertes árboles coloridos; con raíces que ni siquiera su mismo huracán tenía la fuerza de arrancar.—Lauren, dime la hora.Tomé el teléfono en mi bolsillo, y al verificar, suspiré.—Solo diez minutos para que su familia llegue, señor Sinclair —avisé, subiéndolo con cautela a su silla de ruedas—. ¿Qué va a pensar su familia cuando vea que es medio día y ni siquiera ha desayunado?El señor Sinclair soltó una áspera risa mientras lo llevaba hacia el ascensor de su mansión para bajar a la primera planta.—No te echarán la culpa a ti, cariño.
Lauren.—He terminado, Lauren.Apenas escuché el grito del señor Sinclair en el baño, me levanté de la cama rápidamente. Sin embargo, antes de que pudiera abrir la puerta, su nieto apareció, inundando mis fosas nasales con su encantador perfume. Me dejó sorprendida su rapidez y la forma en que me vio, para decir:—De ahora en adelante yo me encargo de atenderlo en el baño, y cambiarlo.Quise abrir la boca para refutar, pero el moreno simplemente se adentró, dejándome paralizada. Luego escuché al señor Sinclair preguntar por mí, y respiré profundo.No iba a dejar que me dominara.Él no había cumplido un jodido día en la mansión y quería quitarme mi empleo. Mi sangre hervía cada que lo veía por allí, cazándome como una presa, receloso, como si yo quisiera hacerle algún daño a su abuelo.¿Acaso era idiota? Tenía muchas cosas para decirle.Me había dado cuenta que frente a su abuelo, era cortes, amable, conmigo, pero cuando no, en tan solo pocas horas, me hablaba con ese tono demandante, u
Kenneth Sinclair.Desperté muy temprano para salir a trotar. Me aseguré de ir por el camino principal, evitando el atajo que de adolescente solía tomar, pues solía vivir en la mansión Sinclair con mis padres.Ya estaba lo suficientemente claro cuando llevaba medio kilómetro recorrido. Mis airpoids reproducían música de Artic Monkeys, que me hacía el camino ligero. Y pronto algunas mujeres que seguramente no tenía tiempo de ir al gimnasio por ser amas de casa, se unieron detrás de mí, por lo que troté hacia atrás para hacer saber que me gustaría ir a su ritmo. Y una vez que me encontré con ellas, las detallé.Pude darme cuenta que tres de ellas eran madres, e incluso había una adolescente de al menos quince años que debería estar preparándose para la escuela.Conocía a una de esas tres mujeres del vecindario, así que no tardé en entablar conversación a medias, intentando descifrar cuál de las tres tenía más problemas con su marido y así poderla llevar a mi cama en el futuro.Debía ser
Lauren.La mirada del moreno no se apartaba de mí mientras íbamos en la limusina. El señor Sinclair estaba conversando de forma amena con su chofer de confianza, Dick, mientras su nieto fingía estar concentrado en su teléfono, pero lo sentía, simplemente me estaba mirando.Podía darme cuenta que no me miraba porque tuviera interés en mí, sino porque intentaba hacerme sentir incomoda. Y estaba frustrada por mantener el control. De no ser el nieto de mi jefe lo habría sacado por la ventana. Aunque sacar su enorme cuerpo sería difícil para mí.Me sentí nerviosa cuando se arrimó un poco al medio del largo asiento y se inclinó para hablar.—Abuelo, ¿de qué amigos hablas? ¿Nuestros socios en Miami o tus amigos de la universidad?—Los de la universidad —respondió, y luego mi jefe giró un poco la cabeza para verme desde su asiento—. Por cierto, cariño. ¿A qué no adivinas quién me dijo Sebastian que iría?Sentí mi estómago revolverse.—No hace falta que me lo diga —respondí para rodar los ojos