MARATÓN 1/3
Lauren.
Encontré en sus ojos el mismo brillo que los míos por él. Había amor. No me cabía la menor duda. Yo no era un juego. No era una de la lista. Quizás él no sabía cómo decirlo más que un “eres especial”, pero no nos hacía falta decir que nos gustábamos, que estábamos enamorados, que nos queríamos. Con los dos allí simplemente sintiendo era suficiente.
En mi corazón tenía la certeza de que lo que él vivía conmigo no lo había vivido con nadie más, y la forma en que me miraba, los detalles que tenía conmigo, solo afirmaban mi feliz corazonada: Kenneth estaba enamorado de mí. Así que me iba a aferrar a eso pasara lo que pasara.
Suspirando, viendo los hermosos corazones en aquellas cintas pegadas del techo, volví a sonreír. Era increíble que tuviera la paciencia de hacer algo como eso. Y amaba su regalo, pero me hacía sentir un poco mal porque en la mañana cuando ordené el pastel sin glaseado, también había ordenado otra cosa, para él. Esperaba dárselo después del desayuno