El mismo día
New York
Lance
Estaciono el auto y el calor de la tarde me golpea de inmediato. Me quito el saco, subo las mangas de la camisa y aflojo la corbata, mientras camino hacia la playa. Mis ojos buscan entre la gente hasta que la veo: Karina, radiante, junto a su familia. Al percatarse de mi presencia, se pone de pie, y por un segundo, el mundo parece detenerse.
—Hola, hermosa. —Me acerco con una sonrisa y, sin poder resistirme, recorro su figura con la mirada antes de rozar sus labios con un breve beso.
—¡Hola, amor! —se estremece ligeramente al contacto—. ¿Estás loco? ¡Mírate! ¿Así vienes a la playa?
—Lo siento —susurro, acercándome más—. No tuve tiempo de cambiarme, solo quería verte… sentirte cerca.
Karina sonríe, y por un instante, el bullicio de la playa desaparece para nosotros. Saludo a Rebecca con un beso rápido en la mejilla y a David con un apretón de manos firme, aunque mi atención vuelve inmediatamente a Karina.
—Amor, estos son mis sobrinos, Samantha y Daniel. —Su