24 de Julio 2009
New York
Cristina
Han sido días agotadores. Entre la empresa y el hospital mi vida se ha convertido en un caos. La ausencia de mi hermano, sumada a la de mamá y Karina, que prácticamente viven en terapia intensiva, nos obligó a reorganizar todo a marchas forzadas. Lo único bueno es que Alejandra, mi prima, se quedó apoyándome en la oficina; gracias a ella no he perdido del todo la cordura. Roger y yo seguimos buscando la manera de desbloquear las cuentas y rastrear movimientos sospechosos. Seguimos el rastro de Harry, pero sus cuentas bancarias no nos llevan a nadie importante… como si todo estuviera diseñado para borrarse. Así que tomamos una última decisión: vigilar su entorno familiar, esperar a que alguno cometa un error.
Estoy revisando unos informes con la cabeza a punto de estallar cuando la puerta de mi oficina se abre de golpe. Roger entra, todavía con el saco en la mano y el celular en la otra. Su expresión me dice que algo pasó.
–Nena, tengo noticias –dice c