Jugadas de Poder (1era. Parte)
Mediados de septiembre
New York
Lance
Hace una semana que volví a casa. Todos los días el enfermero llega puntualmente para hacerme la terapia, y aun así, apenas puedo sentarme solo. Cada movimiento es un recordatorio punzante del dolor en el pecho.
Lo único que me consuela es verla a ella: Emma. Entra cada rato en la habitación, con su muñeca bajo el brazo, a mirar televisión conmigo o a dibujar sobre la cama. Su risa hace que el dolor se vuelva soportable.
Cuando cae la tarde, Karina la sube a dormir a su dormitorio de la planta alta. Es el momento en que la casa por fin se aquieta.
Hace dos días logré hablar con el viejo amigo de Hanz, pero fue inútil. No se ven desde hace años. La única pista que me dio fue un número: el de Clarisse, una amiga en común. La llamé varias veces… sin suerte.
Karina asoma la cabeza por la puerta, con Emma en brazos.
–Amor, esta princesita debe almorzar. Ya es hora, vamos Emma –dice con esa voz dulce que siempre logra calmar la casa.
–Hermosa, regresa en