Capítulo Veintitrés

Sofia simplemente mordió su labio ante las palabras de Alexander, aunque claro que no fue por mucho tiempo, ya que como si fuese imán y Alexander un metal, terminaron con sus labios juntos una vez más, aunque ahora ya no había ropa que los estorbara, las manos de Alexander viajaban lentas y cadenciosas, recorriendo cada centímetro de sus muslos, apretando su cadera y esos rollos que a ella tanto le molestaban, y Sofia, Sofia se deleitaba enterrando las yemas de sus dedos, tratando de buscar un lugar blando y sin embargo encontrando dureza, pero a la vez la suavidad de la piel del CEO, estaba segura de que su próxima carrera a estudiar, si es que alguna vez llegaba a tener dinero para aquello, sería la anatomía, de pronto sentía una morbosa curiosidad por saber cómo se llamaba cada músculo que estaba tocando, aunque había uno que la estaba penetrando y sabía muy bien cómo se llamaba, o al menos como le decían a esa parte del cuerpo.

—Por un demonio sí que eres grande.

Dijo en medio de
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