Capítulo Sesenta.
Sofía despertó en el interior de un amplio cuarto, alguien se había olvidado de cerrar las cortinas, o tal vez nunca se cerraban, fuese lo que fuese ese hecho le permitía saber que era de noche.
Estaba aturdida, aunque casi de inmediato recordó dónde estaba y lo que le había sucedido, algo que la estaba inquietando tan pronto como se sentó en la cama, y aunque lo que más le debía de preocupar era su seguridad, algo en su interior le decía que mientras Edmond estuviera allí, nada malo le sucedería, por lo que su bienestar pasó a un segundo plano, en el momento que recordó que ella no había informado a dónde estaría, no era solamente el tiempo que había dedicado a hablar con el señor Edmond, era mucho más, era las horas que aparentemente llevaba desvanecida, estaba segura que Alexander debía estar sumamente preocupado, y lo peor de todo era que con ella no estaba su bolso, y si bien recordaba el número de su jefe y actual falso esposo de memoria, en aquel cuarto no había ningún teléfono