Capitulo Setenta y cinco
Sofía bebió un poco de té solo para humedecer su garganta, y quizás tratar de tranquilizarse un poco.

—Puedes decirme lo que quieras pequeña, créeme que a tu abuelo nada lo asusta. —Sofía le dedicó una pequeña sonrisa de boca cerrada, mientras sentía la mano de Alexander sobre la suya.

—Mi temor no radica en que te asustes, mi temor radica en que te suceda algo, recién te estoy conociendo, no quiero perderte. —aquellas palabras hicieron que Edmond rejuveneciera 20 años en un segundo, el que había manejado los hilos de la mafia en todo el continente, el que había permanecido despierto más de mil noches y decidido la suerte de cientos y quizás miles de personas, claro que no se daría por vencido ahora.

—Jamás podría dejarte, ni a ti, ni a tu prima, para muchas personas el tener hijos no es importante y es aceptable, pero para mí, el tener hijos fue el poder ver con mis ojos lo que el amor puede crear, que mis hijos tengan hijos, es saber que aún seguiremos existiendo luego de nuestra par
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