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Please Daddy
Please Daddy
Por: Flores Jaz
Capítulo 1. Señor James.

©Flores Jaz. 2025

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra,  ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito del autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

Novela registrada…

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¿Alguna vez has buscado los beneficios de tener relaciones se*xuales?.

Para muchos puede ser algo….pecaminoso, para mi es….satisfactorio, y para otros tantos, es una cura.

El se*xo además de ser una actividad placentera es una excelente fuente de beneficios para la salud. Entre los que se puede incluir la disminución del estrés y el colesterol, fortalecer el sistema cardiovascular, mejora el sueño, la circulación y tiene un efecto analgésico. Además, de ayudar a fortalecer el vínculo emocional con tu pareja.

Tener una pareja estable es lo más indicado, pero yo, a mis 23 años es en lo último que pienso, quiero vivir, disfrutar, conocer, gozar, ¿Qué puedo decir?, me gustaba ser así, prefería ser así, y además, así era como todo decían que debía de ser, me canse de dar explicaciones, me canse de ser buena y de intentar encajar con lo que era correcto.

Así que sí, me gustaba ir a las fiestas, bailar, reír, beber, y caí en un pequeño error, sí, me enamoré, conocí a Steven, un chico lindo, pero un poco bruto en la cama, con eso me refiero a que nunca me hizo llegar al tan anhelado final, al clímax al que toda mujer espera llegar algún día. Pero no todo era malo, era…adorable, inocente como un adolescente recién empezando la pubertad, creo que eso me gustó de él, era tan diferente a mí.

Así que decidí iniciar una relación con él, nunca creí que me arrepentiría tan pronto.

—¿Vendrás?.

Yo miré a Melanie y parpadeé confundida, no me había dado cuenta de que me estaba hablando.

Ella sonrió y rodó los ojos.—Te decía, que mi padre dará una reunión en mi casa y que son súper aburridas, ¿Que si quieres venir y hacerme compañía?, podemos divertirnos.

—Oh sí, claro—Dije por inercia, nunca había estado en la casa de Melanie, no porque no me hubiera invitado, lo había echo, pero siempre buscaba una excusa para no ir, ¿La razón, bueno…

—¿Oh sí, claro?, ¿Qué te pasa?—Preguntó Melanie.

—Nada, es que…¿Qué opinas de Steven?—pregunté, sin dejar de pensar en él y en el cómo me había sentido estos últimos días.

Melanie hizo una mueca y luego sonrió. —Es aburrido amiga, ya no vas a las fiestas, y solo falta que empieces a rezar delante de todos, no es para ti, ustedes son como agua y aceite, nunca pensé que un hombre iba a llegar a controlarte.

¿No se suponía que eso era bueno, que los opuestos se atraen?. —Cállate, él no me controla, es solo que, es muy bueno, quiero regresarle un poco de lo que me da.

—No me lo tomes a mal, si crees que es el indicado pues…

—Eso es algo que no tengo claro—Le interrumpí.

—¿Entonces vendrás?—preguntó Melanie cambiando de tema.

—Si, iré—Dije dispuesta a ir a su casa, hoy simplemente, quería hacer algo diferente.

Melanie era mi mejor amiga, íbamos juntas a la facultad, ella siempre venía a mi casa y hacíamos tarea, fue así como se enamoró de mi hermano y terminó saliendo con él. Había hablado un par de veces con su papá, pero nada fuera de lo común, él solo me llamaba cuando no podía localizarla, sabía que su papá era un empresario y tenía dinero, ella siempre usaba ropa de diseñador o bolsos muy costosos, era la consentida y yo le hacía burla por eso, aunque la verdad la envidiaba un poco, ella lo tenía todo y aun así, a veces se quejaba de su vida, quería golpearla y decirle lo tonta que era, pero supongo que algunas cosas no salen bien para todos, sin importar cuanto tengamos, siempre queremos más.

No imaginaba la magnitud de su riqueza, hasta que llegué a su casa.

Una enorme casa de dos pisos, había autos de lujo estacionados afuera y fue entonces que me entró la duda.

—¿A que dijo que se dedicaba su padre?—Me pregunté a mí misma mientras estaba parada admirando aquella hermosa casa.

Hice una mueca y le pagué al taxista que me trajo, el guardia por poco no me deja entrar, pero al final le hablé a Melanie y asunto resuelto, estaba dentro de la propiedad, el jardín principal era fabuloso, todo ahí parecía valer una fortuna, y solo era la entrada.

Inclusive tenían una fuente, eso es algo que muy pocas veces se ve.

Caminé hasta la puerta y esta se abrió de golpe.

—¡Viniste!, ¿Por qué tardaste tanto?, vamos, vamos, pasa.

Melanie me sujetó del brazo y me arrastró hasta el interior de su casa, al entrar me sentí fuera de lugar, había personas muy formales, platicaban y sonreían, era una enorme casa, había música clásica y algunos meseros yendo y viniendo con charolas doradas llenas de bocadillos y bebidas, era como en las películas, y me pareció fascinante.

—Te presentaré a mi papá, le he contado tanto de ti que me dijo que quiere conocerte.

—No le dijiste nada vergonzoso ¿O sí?—Pregunté algo preocupada sin dejar de ver a todos ahí, nadie parecía notarme, lo cual me alegraba.

Melanie solo sonrió y yo la seguí.

Había tenido novios guapos, había salido con hombres mayores, no era una virgen* que se asustara de todo, en realidad yo era bastante extrovertida, tal vez, por esa razón me llevaba tan bien con Melanie, pues cuando la conocí,  ella vivía en su burbuja de princesa, tan tímida y callada.

Tal vez su padre pensaba que yo era una mala influencia para ella, y tal vez lo era, pues Melanie había cambiado mucho, ahora salía de fiesta, tenía novio e inclusive se saltaba algunas clases con tal de divertirse.

—¡Papá!, ya llegó Wen.

Yo miré al hombre que estaba de espaldas platicando, un hombre enfundado en un traje azul, espalda ancha, alto, cabello negro bien peinado, nada fuera de lo común, hasta que se giró.

¡Cielos!...Ojos negros, deliciosa barba, fornido, elegante, intelectual, llamativo, uno de los hombres más atractivos que yo hubiera tenido el privilegio de ver.

Resumido en una sola palabra. Cogible*. Muy Cogible*.

Era un hombre maduro, Melanie dijo que tenía 48, pero se veía más joven, sentí que mi entrepierna cosquilleo, y aún más cuando sonrió y aun mucho más porque su mirada estaba puesta en mí.

Sentí que había encontrado un tesoro perdido.

Él se acercó y me examinó con discreción, mientras que yo hacía lo mismo, ¿Cómo Melanie podía vivir con un hombre como ese?, oh cierto, que tonta, era su padre, por supuesto ella no podía verlo como yo lo veía.

—Mucho gusto señor—dije tratando de alejar mis pensamientos pecaminosos, pero era imposible, olía a hombre costoso.

—¿Así que tú eres la famosa Wen?—preguntó con esa fabulosa voz, y con esa sonrisa que detenía mi corazón.

—No creo ser tan famosa—Respondí casi sin aliento, “Cálmate Wen”.

—Mi hija me a hablado mucho de ti.

Yo sonreí y miré a Melanie.

—No nos avergüences papá— dijo ella.

—James, mi amor, el señor Robbie quiere hablar contigo.

Mi vista se posó en una mujer rubia y de vestido rojo, esa debía de ser la madre de Melanie.

Aquella mujer me miró e hizo una mueca, ¿Qué le ocurría?, ¿Por qué me veía así?.

—Vamos Wen, quiero mostrarte algo— dijo Melanie y me tomó del brazo.

—Fue un gusto conocerlo señor.

El padre de Melanie me miró y sonrió de un modo muy peculiar, ¿Por qué era tan sexy?.

—Igualmente, estas en tu casa—Dijo él.

Melanie me jaló y yo solo sonreí. Fui llevada escaleras arriba, hasta llegar a la habitación de Melanie, una enorme habitación donde fácil cabrían diez personas.

—Tu casa es fenomenal—Dije chismoseando por su habitación.

—A mi padre le gusta lo mejor, siempre ha sido así, trajo un arquitecto de Francia para hacer esta casa.

—No me presentaste a tu mamá—Mencioné.

—No es mi madre, es la novia de mi padre, es una mujer horrible, se cree la dueña de este lugar, la odio, no sé qué le ve mi padre, debe de hacer muy buenos trabajos, no le veo otra razón.

—¿Y tu mamá?.

—Ella vive en Italia con su novio, no la he visto en casi un año, y la verdad es mejor así, siempre fue una pésima madre.

—A, ya veo.

—Me gusta mas quedarme con mi papá, él me compra lo que quiero y trabaja mucho así que…

—Eres libre.

—Si.

—Eres una piruja—Dije sin dudar.

—Mira quien lo dice— Dijo Mel y me lanzó una almohada.

—Tu papá es guapo—Comenté mientras sonreía. —Me lo imaginaba, panzón y con lentes, sin cabello y más chistoso, no puedo burlarme de él.

—Si, supongo que es guapo, pero no te metas con él, sería raro—Dijo Mel.

—Seria tu madrastra, hijita, ¿Cómo te fue en tu fiesta, con cuantos fornicaste*?.

Melanie sonrió y me sacó la lengua.

—Solo bromeo—afirmé.

—Lo sé, se que jamás saldrías con él, además, mi padre es muy correcto, es súper aburrido, trabaja y trabaja, créeme, no tiene nada de extraordinario.

Estuvimos platicando y riendo, tomamos un poco y Melanie insistió para que yo me quedara a dormir en su casa, era noche así que acepté, ella bebió de más y se quedó totalmente dormida, mientras que yo me moría de hambre.

¿Qué fue lo que dijo papi?.

O si, “Estás en tu casa”.

Los invitados ya deberían de haberse ido, así que salí de la habitación y bajé las escaleras, efectivamente, ya no había nadie, la casa era fabulosa, caminé hasta que di con la cocina y me sentí en un súper mercado, tenían de todo. Abrí el refrigerador y mi rostro se iluminó al ver ese pastel intacto ahí dentro, tan solo y tan delicioso.

Lo saqué de ahí y fui por una cuchara.

Di el primer bocado y cerré los ojos. S, sin duda era una delicia, la textura, los trocitos de chocolate deshaciéndose en mi boca.

Tomé otra cucharada y sonreí.

—Veo que lo disfrutas.

Pegué un salto y me tapé la boca al ver al padre de Melanie, el fabuloso señor James, no pensé que aún siguiera despierto.

Él solo me miró y yo traté de tragar rápido. —Lo siento, tenía mucha hambre—Dije algo avergonzada.

Él asintió y se acercó, me quitó la cuchara de la mano y tomó un pedazo de aquel pastel, se lo llevó a la boca y yo estaba embobada mirándolo.

—Si, esta bueno— dijo y me devolvió la cuchara.

Si, por supuesto que estaba bueno, muy bueno.

—Wen, ¿Cierto?.

—Si, es Wendy, pero todos me dicen Wen, me gusta más, no suena tan infantil.

—Si, te queda mejor—Mencionó él mientras veía mis labios, ¿Por qué me veía así?.

Yo tomé mas pastel y lo metí en mi boca, todo bajo la mirada de aquel hombre, no podía pensar en él, tenia que recordar que era el papá de mi mejor amiga.

Nos miramos el uno al otro y él sonrió.

—Eres muy joven—Dijo acortando más la distancia.

Yo solo hice una mueca y asentí, esto podía mal interpretarse.

—Que pasé buenas noches— dije lista para ir a dormir.

—Si, ve, yo guardo esto—dijo él tomando la cuchara que yo había dejado sobre aquella mesa.

Había sido raro, tal vez solo fue mi imaginación, un hombre como él coqueteando con alguien como yo, no, imposible.

Esa noche dormí muy poco y cuando desperté, Melanie ya estaba lista.

—Buenos días, oye me habló tu hermano, vamos a ir a vernos al hotel—Dijo ella muy emocionada.

—Iugh, no me digas todo lo que haces con él— dije mientras me acomodaba de nuevo a dormir.

—Me voy.

—¿Qué?, ¿Me vas a dejar aquí?—Pregunté.

—Papá ya debió de irse a trabajar, trabaja inclusive los fines de semana, así que no te apures, hay comida en la cocina, desayuna y nos vemos en la noche— dijo Melanie y salió a toda prisa.

Yo me recosté de nuevo y dormí un poco más, cuando desperté, fui a lavarme la cara y a tomar un baño, me puse mi ropa interior y una enorme camisa que Melanie tenia en sus pertenencias, bajé a la cocina y ahí no había nadie, era sábado, así que tenía el día libre, no había nada que hacer en casa, así que me tomaría mi tiempo, desayunar, vestirme e ir a mi casa, aún no tenia ningún mensaje de mi novio, así que me sentía un poco libre de hacer lo que quisiera el resto de la tarde.

Estaba tomando un jugo, cuando escuché que dos personas venían conversando, me miré a mí misma, estaba en ropas menores, Melanie dijo que no había nadie en casa, entonces…¿Ahora qué?.

Quería salir huyendo, pero fue inútil.

Su delicioso padre entró junto con un hombre que vestía un overol azul, ambos me moraron de pies a cabeza y yo solo sonreí.

—Hablamos en la tarde Lucas.

—Si señor— dijo aquel hombre en overol y se apresuró a salir de la casa.

—Buenos días— dijo el señor James volviendo su vista a mí.

—Lo siento, Melanie dijo que usted ya se había ido, y creí que no había nadie en casa.

—¿Mi hija ya se fue?—preguntó él mientras miraba mis piernas.

—Si— respondí sin moverme o taparme, él era tan guapo, usaba una camisa polo guinda y unos pantalones negros de vestir que se ajustaban en las partes correctas.

—Si, no te preocupes, estas en tu casa.

Él fue al refrigerador y sacó el jugo, se sirvió un poco en un vaso y me miró.

Yo me acerqué un poco a él y miré sus labios, no podía no hacerlo, solo quería probar un poco, tenía una enorme emoción dentro de mí, había ligado a hombres mucho mas mayores que él, yo solo quería tocarlo.

—¿Va a trabajar?—pregunté mientras lo miraba fijamente, él no era tonto, lo sabía, sabía mis intenciones, pero aun así ahí estaba, mirándome de ese modo, sin moverse ni un poco.

—Así es.

—Ya veo— dije y una de mis manos rosó la suya, no, no podía.

《Es el papá de mi amiga》, olvídalo Wen.

—Iré a cambiarme y después me voy, que tenga un lindo día— dije mientras me alejaba de él,  di un par de pasos y sentí una fuerte mano en mi brazo.

Un ligero tirón y luego mi vista quedo clavada en esos hermosos ojos negros que destellaban cierta malicia.

—Eres muy bonita.

Su voz era tan seductora que sentí un escalofrió recorrerme, al carajo*, yo necesitaba un poco de placer y él parecía que sabía dar mucho.

Me pare de puntillas y pegué mis labios a los suyos, esto no solo lo hacía por que si, desde que lo vi sentí esa química, ese deseo entre nosotros, no solo era algo que se daba, ya estaba ahí desde mucho antes y él también lo sentía.

Me correspondió, sentí su cálida lengua entrar en mi boca, su sabor, su aroma, el calor de su cuerpo, él era perfecto, la forma en que me sujetaba de la cintura y sus labios acariciando los míos.

Se alejó de mi y negó. —Perdóname no debí, eres la amiga de mi hija, eres muy joven, no esta bien.

Yo respiré hondo y me saqué la camisa que me cubría.

—¿Aquí o en tu habitación?—pregunté.

Él me miró fijamente y después de unos segundos, respondió. —En mi habitación.

Llegamos hasta una habitación mientras nos besábamos y nos calentábamos más, sentía su virilidad, su fuerte cuerpo, era un hombre experimentado, ni siquiera tenia que preguntar, él sabía lo que hacía, era guapo, debió de tener muchas mujeres en su juventud, sin duda aun era un conquistador nato.

Me dejó caer sobre la cama y empezó a desvestirse mientras yo lo miraba.

Tenia un tatuaje en uno de sus hombros, un tatuaje que se hizo sin duda cuando era muy joven, tal vez en su época de rebeldía, le quedaba bien, tenía un cuerpo perfecto, su mirada me estaba volviendo loca.

Se recostó sobre mi y yo lo besé sin darle tiempo de pensar o de razonar sobre lo que íbamos hacer.

Yo ya estaba lista para recibirlo, no hacía falta mas preparación, me mordí el labio cuando él se introdujo en mi y no pude contener un gemido.

Escuchaba su respiración agitada con cada embestida, con cada movimiento, era perfecto, sus manos acariciaban mi vientre y su se*xo le daba placer al mío.

Cambiamos de posición, me monté sobre él, di mi mejor espectáculo, no quería parecer una adolecente inexperta, quería demostrarle que yo también sabía hacer un buen trabajo.

No podía, ni quería parar, nadie tenia que enterarse, y eso era mucho mas excitante. Después de un rato quede rendida sobre la cama.

Mi cuerpo sudaba y mi respiración trataba de regresar a su normalidad. Había sido magnifico.

—Espero que entiendas que esto no debió pasar…

Aquí íbamos, me incorporé un poco y lo miré.

—Lo se, no se preocupe, no diré nada.

Él asintió, para su edad estaba muy bien conservado y todo le funcionaba de maravilla, era una delicia verlo desnudo.

—Te quedas en tu casa, yo tengo que ir a trabajar.

—Gracias— dije con una sonrisa, no le agradecía por lo que dijo, si no por lo que me hizo, teníamos una especie de conexión él y yo, sonrió y me lanzó una mirada de complicidad, lo miré salir y me abracé de una de sus almohadas, olía tan bien.

“Que zorra eres Wen”.

Al carajo*, no me arrepentía de nada, todo lo contrario, si pudiera, lo volvería a repetir.

 

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