Capítulo 25: Una Reina sin Corona
El sonido de la puerta al cerrarse retumbó en la oficina como un disparo seco. El eco quedó suspendido unos segundos, justo antes de que comenzaran los pasos furiosos de Fabricio, retumbando sobre el mármol blanco. Caminaba de un lado a otro, los hombros tensos, la mandíbula apretada, las manos cerradas en puños.
La reunión había sido un desastre.
Sí, había logrado quitar a Anahir del camino, pero la auditoría… la maldita auditoría, lanzada por Fabián Mansilla como una daga, lo tenía contra las cuerdas. Y si esos auditores empezaban a escarbar en serio…estaban perdidos .
Un sudor frío le recorrió la espalda. El tipo de sudor que solo aparece cuando sabés que el piso debajo de ti está empezando a ceder.
Detrás del escritorio, Fátima Lombardi lo observaba con el mismo temple con el que se estudia una partida de ajedrez. Sentada con elegancia felina, con una copa de vino en la mano y una pierna cruzada sobre la otra, parecía más espectadora que cómplice.