CAPÍTULO: El Error del Silencio
La casa de Elsa estaba cálidamente iluminada, con esa calidez que solo las cosas sencillas pueden ofrecer. En el comedor, la mesa larga vestida con un mantel bordado y una vajilla que hablaba de cariño, no de ostentación. Un guiso humeante, vino tinto y pan casero completaban la escena. Era una noche tranquila, como tantas que uno anhela después de semanas agitadas.
Alejandra sonreía sentada junto a Damián, disfrutaba del ambiente relajado. Ellos hacía mucho que no cenaban con Elsa, y aquella era una de esas pequeñas pausas que el alma agradece. Alejandro,estaba feliz, había pedido permiso para ir a jugar al cuarto que había sido de su papi en su juventud, ese lugar cargado de discos, trofeos, y olor a libros viejosy no tan viejos.Habia una PlayStation con juegos de FIFA no actualizados .
Eduardo Altamirano parecía más distendido que otras veces. Su postura era erguida, sí, como de quien fue toda la vida un profesor, pero sus gestos eran suaves. Reía