Capítulo: De Fuego Nace el Arte
La tarde en Bellavista se vestía de sol y aroma a comida casera. La casa de Edinson y Sofía rebosaba vida siempre y las ventanas abiertas dejaban entrar la brisa de la playa , el patio se llenaba de risas infantiles, y en la mesa del quincho los platos humeaban entre charlas cruzadas, bromas de sobremesa y miradas cómplices. Era uno de esos días que parecía robado del tiempo, de esos que quedan guardados como una fotografía en la memoria de cada uno.
Anahir había llegado con Nicolás y las gemelas, Brisa y Alma, que ya eran dueñas de todas las atenciones. Sofía no se cansaba de acariciarlas, y Edinson hacía malabares entre la parrilla, las visitas, y los mimos a sus nietas. Damián había sido invitado también, y compartía mesa con los hermanos Montes, Dante y Bruno, que estaban más altos, más adultos, pero seguían siendo los hermanos protectores y bromistas de siempre.
Alejandro, en cambio, ya había desaparecido hacia el fondo, corriendo con su camis