23:40 hs. - Salomé.
—Llámame cuando lo escuches... Estoy preocupada...
Damián debía haber salido a las ocho de trabajar, pero ya habían pasado casi cuatro horas y todavía seguía sin dar señales de vida. Ni una llamada, tampoco un mensaje... Nada. Sabía que muchas veces tenía que quedarse más tiempo, ya fuera por petición de los jefes o para adelantar trabajo del día siguiente, el problema era que siempre me avisaba cuando algo de eso ocurría. Dicho esto, tenía motivos para estar preocupada de verdad.
«¿Dónde estás?».
Me senté en el sofá del salón y me quedé mirando al móvil, esperando ese mensaje que me dejara tranquila. No quería pensar en que le hubiera pasado algo, aunque tampoco barajaba del todo esa posibilidad, ya que si algo tenía nuestra ciudad era su buena fama en lo que a seguridad se refería. Tampoco tenía mucho sentido pensar en que hubiese podido tener un accidente con el coche, porque, pasado tanto tiempo, alguien ya me lo hubiese hecho saber.
«¿Y si...?».
Con cada minut