Pesadez

09:30 hs. - Damián.

Los párpados me pesaban mil kilos, apenas había podido pegar los ojos esa noche, mis pensamientos habían estado todo el tiempo con Salomé.

Diez minutos después de abrir los ojos ya estaba listo y preparado para volver a casa. Dejé una notita escrita encima de la mesa para agradecerle a Zamira lo que había hecho por mí y me marché.

Una vez en el pasillo, me dirigí a paso lento hacia mi vivienda de forma inconsciente. Pero, luego de darme un par de golpecitos en la cara, me di cuenta que era una tontería seguir estirando el momento y aceleré el paso. Saqué la llave y abrí la puerta más decidido que nunca. Como si fuera un espía, entré tratando de no hacer ruido, pero el salón estaba desierto y no se oía una mosca. No había nadie despierto. Sentí un roce en mi tobillo y pegué un salto del susto. Era Luna, la gata de Salomé. Qué susto me había hecho pegar el bicho. La aparté un poco con el pie y fui directamente hasta mi habitación.

Abrí la puerta muy despacio, temeros
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