20:20 hs. - Damián.
—Va a ser una hora como mucho, te lo prometo...
—Es que no entiendo por qué te tienes que ir a cenar con nadie. Tú novia soy yo, jolines.
La situación era la siguiente: cuando salí del trabajo, luego de una segunda parte de jornada que no deseaba volver a repetir en mi vida, puesto que a Barrientos le había dado por darnos a hacer el triple de trabajo en el mismo tiempo, en lo único que pensaba era en la cara que se le había quedado a Lau luego de nuestro encuentro. Sí, tenía que arreglar, de alguna manera, la mierda de noche que le había dado a mi novia; pero el cargo de conciencia por haberle dado la espalda a mi jefa era demasiado grande. Además, estaba seguro de que iba a estar todo lo que quedaba de día pensando en ello y no iba a ser capaz de dar el 100% con Salomé. Y fallar dos días seguidos sí que era algo que no me podía permitir.
—No seas así, Salomé... Tú sabes bien que ella me ha ayudado mucho. No quiero hacerle el feo.
—¿Y quién más se supone que va? —