12:00 hs. - Salomé.
—¿Ahora lo entiendes? Es más fácil de lo que crees...
—Pero yo soy tonto, lo que para ti es fácil para mí es un laberinto.
—Otra vez con eso...
A eso de las diez de la mañana, mientras dormía plácidamente en mi cama, recibí una llamada de la madre de Guillermo (el chico al que le daba clases particulares) rogándome que fuera a su casa a ayudar a su hijo a estudiar para un examen sorpresa que le habían puesto para esa misma tarde. El cuerpo todavía me dolía por el ajetreo de la noche anterior, pero no le pude decir que no, la mujer parecía desesperada. Además, a mí no me venía mal un dinero extra.
—¿Así está bien? —me dijo Guillermo mostrándome la hoja.
—Pues no... Sigues fallando en lo mismo...
—Si es que soy un tontaco...
—Para con eso, céntrate aquí y déjate de ser tan pesimista. Tu madre me dijo que este examen es muy importante, así que demos lo mejor de nosotros para que puedas aprobar.
Ese día no estaba de muy buen humor que digamos. Luego de colgar la llamad