La habitación de Jin estaba sumida en una penumbra suave. La luz de la luna apenas se colaba entre las cortinas pesadas, proyectando líneas plateadas sobre las paredes. Él daba vueltas entre las sábanas, incómodo, con la mente enredada en las palabras de Alessandro, en la tensión que se había instalado en el ambiente tras su repentina aparición.
Miró el reloj digital sobre su mesa de noche: 12:03 a.m.
Suspiró. Agarró su teléfono por inercia, desbloqueándolo sin esperar gran cosa. Pero entonces vio la notificación: 1 mensaje de Matteo.
Lo abrió sin pensarlo.
Matteo:
Jin, ¿estás despierto?
Lamento el comportamiento de mi papá.
Jin lo leyó dos veces. Luego comenzó a escribir.
Jin:
No puedo dormir.
Y no te preocupes por eso. Lo entiendo.
Pasaron unos segundos. Tres puntitos indicaban que Matteo estaba escribiendo. Jin se quedó mirando la pantalla en la oscuridad, como si esas letras pudieran decirle más que las palabras.
Matteo:
Mi papá cree que tú y yo estamos juntos.
Jin parpadeó. El pu