VIOLA
La mañana siguiente llegó como un susurro suave. No sentía náuseas por la ansiedad. No había oleadas de pánico que me golpearan por dentro. Solo un cuerpo cansado... y un corazón que poco a poco aprendía a sentir la calma.
Cuando abrí los ojos, mi celular sonó suavemente.
**Lucas:** *Buenos días, Viola. No te apresures. No tenemos que ir a ningún lado hoy. Solo quería asegurarme de que estás bien.*
Miré la pantalla durante un rato. Entonces, sin darme cuenta, mis labios se curvaron en una sonrisa.
Escribí:
**Yo:** *Buenos días. Estoy bien. Gracias por preguntar.*
En menos de cinco segundos, recibí una respuesta.
**Lucas:** *Si quieres desayunar, te lo puedo traer.*
Cerré los ojos... y me reí un poco, una risa que me resultaba casi extraña.
**Yo:** *Me vas a malcriar demasiado si sigues así.*
**Lucas:** *Quizás esa sea la idea.*
Mi corazón late lentamente.
Dejo el celular, me levanto de la cama y me ducho. Al mirar mi rostro en el espejo, algo me sorprende:
No parezco una mujer