Capítulo 58
Gracia

—Tal vez debería... llevarlo a los tribunales después de todo —murmuré entre dientes, con el ceño fruncido en concentración.

Me sorprendía no sentir horror tras haber apuñalado a Esteban y herido a Lucía. Pero aún no lograba arrepentirme de ello.

En cambio, lamentaba no haberlo hecho antes.

—O debería...

Una mano cálida alrededor de mi muñeca me hizo detenerme. Bajé la mirada y descubrí que mi mano aún se aferraba a la muñeca de Tristán.

Fruncí los labios, clavando la mirada en mis dedos temblorosos. Era tan estúpido que no hubiera dejado de temblar.

Era como si algo dentro de mí me gritara para que despertara, pero seguía perdida en un abismo, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el maldito divorcio.

Cuanto antes Esteban se divorciara de mí, antes podría abandonar este mundo horrible.

Podría estar en paz. Yo...

Tristán me soltó los dedos y volteó mi mano para examinar la palma. Parpadeé al ver la herida profunda en mi mano que sangraba abundantemente. Las tijeras también
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