Es aquí donde nuestros corazones se encuentran y se hacen fuertes al unirse por toda la eternidad.
Alondra
Estoy asustada, tengo miedo, no quiero hacer esto sola, pero también tengo que pensar en mis hijos. Necesito a mi esposo, quiero que esté a mi lado. Colocan delante de mí una cortina que me impide ver lo que realizan del otro lado, mis lágrimas se desbordan por la desesperación al recordar cómo fue mi primer embarazo y el resultado.
—¿Siente esto? —pregunta el médico haciendo que centre toda mi atención en él.
—¿Qué?
—Bien, procedamos —responde y entiendo que ha empezado.
De pronto la puerta se abre y entra Christopher, vestido con el atuendo de las enfermeras.
—¿Quién es usted?
—Es mi esposo, no lo saquen por favor.
Extiendo mi mano hacia él apenas lo veo y de algún modo me siento más fuerte y segura.
—Todo va a estar bien mi amor, ya estoy aquí —pronuncia y sus palabras son un bálsamo que calma todas mis angustias—, lo estás haciendo bien, relájate.
Asiento sosteniendo su mano