Gio se va con Mena de vuelta a la empresa, y debido a que cada uno es el conductor del otro, esta vez es Gio quien maneja de vuelta. Los dos se sienten cómodos en el silencio que se crea entre ellos, no porque no tengan nada que decir, sino porque los sentimientos del día todavía no se asienten entre ellos. La ira por ver a su joven amo herido, la decepción y desconfianza causada por una falta de palabra, incluso los sentimientos de tristeza al ver que el joven a veces no los necesita porque quiere lidiar con sus problemas él solo; todo se les ha ligado en el corazón junto con un triste sentimiento de nostalgia, es una mezcla tan profunda que deciden mantener la clama hasta que una risa escapa de los labios de Mena.
—¿Qué ocurre? —Pregunta Gio viendo la carretera.
—Me estaba acordando de cuando dio sus primeros pasos. —Responde sonriendo mientras ven por la ventana —. La ama se molestó mucho contigo porque decidió acercarse a ti en vez de ir a los brazos de ella.
—Ni me lo recuerdes. —