Luego de la fiesta los días pasaron rápidos llenos de noticias sobre el cómo la empresa de Sebastián se fue a quiebra y eventualmente fue vendida por partes entre cada uno de sus socios. Por supuesto, yo también absorbí mi parte y tomé control de muchas de sus acciones. Entre ellas las que estaban en unión con la empresa del señor D’Alturi, así que se las devolví para ganarme su confianza y acepté su propuesta de ser socios para hacer que bajara la guardia. Obviamente lo que le hice a su mentor se quedó grabado con fuego, así que cada vez que nos reunimos para llegar a un acuerdo me trató con respeto y nunca me subestimó, de hecho, no creo que en algún momento se atreva a hacerme algo. A menos que quiera perder todo su esfuerzo de años. Así las cosas en mi empresa se mantienen estables con una nueva mesa de inversores, empleado que no molestan, y por supuesto, un ambiente laboral un tanto tenso para mi mano derecha que tenía que presenciar cómo su rival coqueteaba con su objetivo de c