Llegamos a la casa de la playa alrededor de una hora y media después de que nos fuéramos. Mi tía organizó todo y nos dijo que disfrutáramos el día. Lorraine y yo nos pusimos nuestros bikinis e hicimos exactamente lo que le dijeron: disfrutar.
Cogimos sillas y sombrillas y nos tumbamos en la arena, fuera del refugio. ¿Por qué? Porque éramos los primos más locos de la historia. Y solo nosotros nos entendíamos. Le hablé de mi padre buscándome y de la pelea con Nicolás. Y sí, Lorraine me escuchó, me entendió y nunca se lo diría a nadie. Porque era la mejor guardiana de secretos que he conocido. Como yo era fiel a la de ella, ella lo sería a la mía.
- Juliet, no creo que debas involucrar a Nicolás en los problemas con tu padre. Luego te peleas con tu novio, tu padre se va y te quedas sin ninguno de los dos.
Me reí:
- Qué tragedia... No del todo.
- ¿Mi tío es caliente? – me preguntó quitándose parte de sus lentes de sol y mirándome con sus ojos azules.
- Rompería corazones en esta playa. -