I
Invierno, 2004.
Eduardo se pone de pie y camina hasta el librero que le queda a mano derecha. Catalina lo ve; extrañada.
El tipo se pone de cuclillas y saca una caja de metal que ocupaba la sección baja del mueble. El contenido de ésta siempre inquietó a Catalina, mas nunca se atrevió a indagar.
Saldívar da la media vuelta y camina de regreso al escritorio; trece metros lo separan de la mirada confundida de su asistente.
Deja la caja sobre la mesa y la abre rápido, sin entrar en desespero.
—¿Qué haces?
La pregunta la hace Catalina; Eduardo no responde. Dedica su total atención a la búsqueda de algo. Al término de unos cuantos segundos, saca un legado color amarillo.
&mda