Lara
Observo a Don, Rayane y Oniel, quienes se encuentran de pie junto a mí y a Arion, bien vestidos —como siempre—, con una elegancia y un aire de superioridad que los hace lucir como señores distinguidos y poderosos.
Sus máscaras son distintas esta vez, un poco menos invasivas, pues dejan parte de la cara al descubierto y se enfocan en ocultar las orejas, la frente y los ojos.
Podría compararlas con un casco hecho en oro, con detalles delicados en diamantes, que abraza parte de la cabeza, incluyendo los ojos, la mitad de la nariz y, por supuesto, las orejas.
Cada uno de ellos posee un color distintivo en los detalles con diamantes: Oniel trae piedras negras en su máscara; Rayane, verdes; y Don, azules.
Arion, como el rey, lleva los detalles en diamantes rojos.
Él luce increíble en su vestuario en tonos blanco y dorado, con decoraciones sutiles de la misma piedra que lleva en su casco. Su cabello rubio como el oro se extiende por su espalda, tan abundante y hermoso que dan ganas de