Lara
Mis ojos observan, fascinados, cada detalle de los diferentes paisajes que se presentan ante mí mientras el bolaio avanza.
Distintos olores se mezclan en mis fosas nasales, creando un perfume único.
Respirar acá es más fácil y hasta se siente curativo, como si cada aspiración fuera una limpieza para mis pulmones, pero también para mi alma.
Me siento libre, en paz y sin preocupaciones.
Es maravilloso.
Dejamos un campo de flores amarillas atrás para recibir un valle rocoso, con gramas verdes, piedras pintadas con musgo, pequeños ríos adornados con algas coloridas y flores que destellan luces.
Sí, luces.
De repente, un cúmulo de brillos estalla frente a nosotros y se convierte en chispas de diferentes colores que se riegan por los alrededores. Luego escucho voces que cantan a capela, suenan hermosas, y descubro que esas chispas son insectos cantarines que nos dan la bienvenida.
¡Guau!
Todo es tan onírico aquí, tan bello y sublime, que no me siento digna de estar en este lugar.
—Fae