Capítulo 31

Lara

Una punzada de dolor en el pecho me paraliza, y todo el deseo que me tenía presa al encanto del fae Arion se desvanece; la culpa toma su lugar.

¿Qué estoy haciendo?

Antes de que suceda algo de lo que pueda arrepentirme luego, tomo distancia de él y desvío la mirada, pues me da mucha vergüenza haber tenido este momento de debilidad.

—Estás muy rara hoy —dice él, con expresión maliciosa, como si le divirtiera jugar conmigo.

—El que está extraño eres tú, invadiendo mi espacio personal. —Arrugo la cara con disgusto.

—Y tú estabas muy receptiva a mi invasión. ¿No será que te gusto?

¡Ah!

Pero ¡qué creído!

—Estás equivocado —refuto—. ¿Qué es lo que quieres? Supongo que viniste a buscarme por algo. —Cambio el tema, pues no me gusta hacia dónde se está dirigiendo.

El rey Arion vuelve a sonreír.

Odio cada vez que lo hace, pues parece que se burlara de mí.

—Sí. Vine porque quiero ver de lo que eres capaz. Supongo que en tu dulmo te enseñaron a usar y controlar tus poderes. Me da curiosidad
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