La fuerza no reside solo en los músculos, sino en la claridad de la mente que decide cómo sobrevivir y vencer.

En el hospital secreto

El hospital clandestino estaba sumido en un silencio casi religioso, interrumpido únicamente por el pitido rítmico de los monitores y el suave murmullo de los médicos ajustando vías y controlando signos vitales. La luz amarillenta de las lámparas colgantes caía sobre las camas, iluminando los rostros tensos y cansados de los médicos, y reflejando la gravedad de la situación. Cada respiración irregular de Don Enzo hacía que Luca sintiera un nudo en el pecho, una mezcla de miedo, rabia y desesperación que lo mantenía en tensión constante.

Valentina caminaba a su lado, sus pasos medidos, los ojos atentos a cada detalle. Observaba los monitores, los movimientos de los médicos y cada reacción de Luca, consciente de que no solo estaba allí para acompañarlo, sino también para aprender, para anticipar, para planear.

-- ¿Cómo está ahora? -- preguntó Luca, deteni