11. El juego de la sombra
No hay prisión más cruel que la de sentirse observada… sin saber por quién.
El regreso envenenado
El sol caía lentamente sobre Roma, tiñendo los edificios de tonos ocres y dorados. Las calles estaban llenas de vida: vendedores ambulantes ofreciendo recuerdos baratos a los turistas, parejas que paseaban de la mano, ancianos en bicicleta sorteando el tráfico con la paciencia que solo los años enseñan. Para cualquiera, era una tarde normal. Para Valentina, en cambio, todo tenía un matiz extraño, como si la ciudad que conocía de memoria se hubiera vuelto escenario de un juego invisible.
Caminaba con paso rápido desde la estación hasta su edificio, sosteniendo una bolsa de compras con lo necesario para simular normalidad: pan fresco, un poco de pasta, frutas. A simple vista era una joven más, cargando su día a cuestas. Pero por dentro, cada músculo estaba alerta, cada sentido agudizado.
Desde que Luca la había dejado volver a su vida cotidiana, no había podido relajarse. Su mente repetía c