Capítulo 34 Pasión hechizada

Cuando Adréis encendió el vehículo, Mili estaba observándolo por la ventana de su habitación, detrás de las cortinas. «Se va, ahora sí se va, lo he espantado con mi furia», pensó ella. Le había visto su peor rostro, su peor faceta: había querido asesinar a su novia y es probable que lo haya hecho si él o Julio no hubieran intervenido. O tal vez no, tal vez solo quería que Talía sintiera su odio, amedrentarla, ponerla en su lugar. Pero le espantó esa posibilidad, ahora que estaba calmada. «Lo siento, todo terminó tan mal», murmuró Mili mientras Adréis arrancaba el vehículo y se perdía por la calle. Se echó a llorar, todo se había ido al traste. Julio la veía desde el vano de la puerta. Sus miradas chocaron cuando la chica volvió a su vida con resignación.

—Ven Mili. —La abrazó—. No llores más, ya hoy has descargado mucha energía contaminada acumulada en tu organismo. —Quería armar de nuevo los pedazos de su alma.

—Es mejor que te vayas —dijo Mili separándose ligeramente de él—. Necesit
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