Vio a un hombre vestido con un traje tipo mono de cuero, con chaqueta y botas altas. Llevaba puestos guantes negros, un casco con bordes blancos que lo cubría por completo. El hombre giró y dio la espalda a la joven que entraba al ascensor. El casco se ajustaba perfectamente a su cabeza. Ella no podía distinguir su rostro, y su cuerpo le parecía robusto. Estaba preparado para montar en moto.
La chica no sabía qué hacer, así que observó la carpeta que tenía en las manos y comenzó a hablar.
—Disculpe, se le olvidó esto —dijo Mili, totalmente sin aliento.
El hombre volteó sujetando la pantalla del casco y reconoció la carpeta. Estiró la mano cubierta con el guante, pero Mili no se la entregó. Hizo un amague y retrocedió.
—Por favor, espere. Mi nombre es Mili Melchor. Estoy aquí para presentar mi proyecto.
La voz de la joven sonó contundente.
—Ha sido un día difícil y pido disculpas por mi retraso, y por este absurdo vestido —se excusó. Estaba enredada y, en plena confusión, comenzó a preg