El amanecer trajo consigo el silencio que siempre sigue a las grandes tormentas. La ciudad parecía haberse detenido, pero dentro de mí, todo seguía girando.
No había dormido. Las imágenes del video se repetían una y otra vez en mi cabeza: el rostro de Carlos en aquella pantalla, su voz venenosa, la mirada atónita del público.
La pasarela había terminado siendo un triunfo a medias.
Habíamos sobrevivido… pero a un precio.
Desde muy temprano, los titulares inundaban las redes:
“Escándalo en Rivas Couture: hermano del director revela contratos fraudulentos.”
“¿Isabella Montoya, una impostora del diseño?”
Las palabras me herían como agujas. Y lo peor era que detrás de los titulares había verdades mezcladas con mentiras, medios hilos que cualquiera podía usar para destruirnos.
Lucía entró en mi oficina sin tocar. Llevaba el celular en la mano, el rostro pálido.
—Isa… Carlos está dando entrevistas. Está diciendo que tú y Alejandro manipularon las herencias, que falsificaron documentos para