Apenas colgué, el alcohol se convirtió en una mezcla de miedo y una anticipación ardiente. Me había expuesto por completo, no solo en mi vulnerabilidad, sino en mi deseo más crudo.
Chloe me miró, confundida. —¿Con quién hablabas? ¿Con tu banquero? Parecías estar haciendo un trato muy serio.
—El trato está hecho —murmuré, mi mirada fija en la calle, esperando la llegada de la bestia que había invocado.
No pasó mucho tiempo. Un sedán oscuro, diferente al de Aether Corp pero con el mismo aire de seguridad blindada, se detuvo frente al bar de neón. Spencer salió del coche. Llevaba ropa casual oscura, pero incluso en la oscuridad de la noche, su presencia era una luz estroboscópica de poder.
Se dirigió al bar. Su mirada se encontró con la mía, y no había enfado, solo una fría, inquebrantable determinación.
—Vamos, Casey —ordenó, su voz tensa.
Me levanté, despidiéndome torpemente de Chloe. Spencer no esperó. Me tomó del brazo con una firmeza que no era cariñosa, sino un agarre de hierro par