Me levanté, pero no pude dar un paso, cuando caí de rodillas frente al suelo. Cerré los ojos, mis hombros temblaron pero apoyando toda la fuerza en mis muñecas pude levantarme. Llamé a un taxi, al menos pediría que me llevaran a la entrada.
Luego no sabía cómo llegaría. Apenas podía caminar, pero el intento valdría la pena. Mientras caminaba despacio hacia la entrada, me detuve. Mi reflejo mostraba a una chica sin cabello con el rostro pálido.
Suspiré, y toqué mis labios algo violetas. Negué, no podía tener compasión de mi misma. Decidida, caminé despacio hasta la habitación. Busqué y busqué, por suerte en ese día hacía calor. Tomé un bonito vestido ajustado al cuerpo, un saco gris que llegaba hasta los gemelos y unas zapatillas deportivas para caminar.
Llené la mochila lentamente de provis