42. Propuesta matrimonial
Steve caminaba por los pasillos de su compañía, rumbo a una cena de negocios, en realidad estaba bastante estresado y molesto.
El tener a los perros rabiosos de los accionistas sobre su cuello todo el tiempo era como para andar cabreado todo el maldit0 día.
— ¡Steve! – una voz lo detuvo y miró hacia atrás para ver venir taconeando a Amaia Regio.
Esa era otra que lo tenía hasta los cojines, no la había mandado a volar de frente, porque la chica en realidad solo coqueteaba y no había ido al directo y porque necesitaba ahora más que nunca del apoyo de su padre, pero era como una sanguijuela pegada todo el día a él.
— Srta. Regio, ahora mismo no tengo tiempo de explicarle nada, puede ir con mi secretario y con seguridad, él la ayudará— sin mucha cortesía intentó despacharla.
— No, no, solo lo vi que iba saliendo y seguro a la cena, ¿cierto? Yo también voy camino a ese restaurante – respondió acercándose al magnate y a pesar de las negativas de Steve, ella no estaba para nada avergonzada.