14. Quería la boca de esa ninfa roja e iba a tomarla

Compartir la misma habitación, o peor aún, la misma cama, jamás habría estado dentro de los planes de ninguno de los dos; pero, dadas las circunstancias, no les quedó más remedio que aceptarlo.

— Bien, la tomaremos — aceptó el brasileño al tiempo que a la niñera de su hija se le pintaba la naricita de rojo escarlata, ni que decir de las mejillas, parecía una caldera humada.

Cristopher sonrió en su interior, bendito dios… ¿Sería posible no reaccionar a gestos tan tímidos e inocentes como esos?

La mujer detrás del mostrador le entregó la llave, tres toallas limpias y jabón para el aseo, pues el lugar era bastante pequeño y por supuesto que no contaba con el servicio a la habitación; había un pequeño restaurante allí dentro para solo tres familias pequeñas.

— ¿D-dormiremos en la misma habitación? — logró preguntar ella, todavía roja, todavía nerviosa.

— ¿Tienes una mejor opción? — la miró él, con una ceja enarcada y su porte atractivo. El agua había trabajado sobre su ropa y ahora esta s
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