Capitulo 61. El Campo de Batalla
El viaje fue un borrón de luces de autopista y un silencio denso y pesado. Isabela no recordaba gran parte, su mente todavía vibrando con la adrenalina de la fuga, el eco del apagón y la imagen de Dimitri Volkov, sonriendo, grabada a fuego en su cerebro. Finalmente, después de lo que pareció una vida entera, el coche se detuvo en el anonimato de un garaje subterráneo, bajo un edificio de apartamentos sin pretensiones en las afueras de Ginebra.
—Aquí estamos —dijo Luciano, cortando el motor. Su voz, tranquila y profesional, fue el ancla que la devolvió a la realidad.
El refugio era la antítesis del búnker de Alessandro. Era un apartamento en el tercer piso, escasamente amueblado con piezas funcionales de segunda mano que parecían tener su propia historia. Olía a pintura fresca, a café recién hecho y a la promesa de un nuevo comienzo. Las ventanas, desnudas de cortinas, daban a un patio interior con árboles cuyas hojas susurraban con el viento, no a paredes de hormigón. No había cámaras